La buena muerte






Real Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Cristo Descendido de la Cruz y Nuestra Señora de las Angustias

Ya en el año 1766 se conoce que había en la Iglesia de la Merced una imagen que se denominaba Señor de la Buena Muerte. Y precisamente al año siguiente ya se redactaron los estatutos de esta cofradía de arraigo en la capital. A partir de ahí tienen lugar diversas reorganizaciones, pero la más importante en 1926, cuando se encarga la nueva imagen titular y se solicita al cabildo catedralicio la imagen de la Señora de las Angustias. Al año siguiente saldría por primera vez a las calles de la ciudad el Cristo de la Buena Muerte.

Santa Iglesia Catedral. Considerada como una de las joyas del renacimiento andaluz, se ampara bajo la firma de uno de los grandes arquitectos universales, Andrés de Vandelvira, artífice del brillante proyecto que luego continuaron sus discípulos y que le confiere a este templo su gran belleza. A pesar de ser un edificio renacentista, su hermosa fachada es barroca y traspasó fronteras, puesto que muchas catedrales de Sudamérica se dibujaron sobre las líneas básicas de la Catedral de Jaén. Su interior está dividido en tres naves y tiene diecisiete capillas. La Capilla Mayor guarda la reliquia de la Santa Faz o Santo Rostro.


Cruz de Guía hecha en madera de caoba y remates del siglo XVIII en plata de ley; el Guión de la Hermandad, de 1986, elaborado en plata de ley, metal plateado y sobredorado; el Guión Sacramental de la Hermandad, que perteneció a la Antigua Cofradía del Santísimo Sacramento, de la Iglesia del Sagrario, hecho en seda natural y bordado en hilo de oro (s. XVIII); el Simpecado de la Hermandad, realizado por la antigua camarera mayor, Rosario Gallardo, con bordados del siglo XIX y lleva una Inmaculada en plata de ley replica de la de Alonso Cano de Granada.

Recomendaciones

Es posiblemente uno de los desfiles procesionales más solemnes y majestuosos. La gran salida desde la Catedral de Jaén ofrece excelentes instantes, como cuando al la caida del sol hace su irrupción en la plaza de Santa María en venerado Cristo de la Buena Muerte entre los rigurosos penitentes.









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