La sangre



Hermandad Sacramental, Seráfica y Cisterciense de Capataces y Costaleros de la Santa Cruz y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Conversión, Nuestro Padre Jesús de la Sangre en el Desprecio del Pueblo, Nuestra Señora Reina de los Ángeles en sus Misterios Gozosos y Dolorosos y San Juan Evangelista



Fundada, en 1976, en el monasterio del Cister por alumnos del Colegio de la Salle. El Martes Santo de 1989 realiza su primera estación de penitencia. En 1996 se traslada al convento del Santo Ángel (Capuchinos), con el que le unen unos lazos muy estrechos desde su constitución, siendo su sede canónica oficial desde el 15 de Enero del 2002, por decreto de la Orden de HH. Menores Capuchinos de la Provincia Bética. En 1998 se incorpora la imagen del Señor al cortejo penitencial. En septiembre de 2005 realizan por primera vez una salida extraordinaria con la imagen fundadora, obra de Eslava, la Virgen de Los Ángeles en sus Misterios Gozosos.

Iglesia Conventual de Santo Ángel (Padres Capuchinos). Construido en el siglo XVII, se eleva en la cordobesísima plaza de Capuchinos con una desnudez decorativa que contrasta con el sobrio barroquismo del interior. Destaca el altar mayor, con lienzos de estética sevillana de Acisclo Leal Gaete, siguiendo modelos iconográficos franciscanos. Las Imágenes de la hermandad presiden durante todo el año enormes altares colocados en ambos extremos de los brazos del pequeño crucero de la iglesia, decorados con pinturas alusivas a la pasión y a la Porciúncula.

Cruz de Guía en madera con orfebrería de Villarreal. Simpecado de terciopelo azul, con la Purísima de oro, plata y marfil, bordado por Piedad Muñoz y con marfiles de Kiernan, sobre diseño de fray Ricardo de Córdoba. Guión seráfico, con bordados de Antonio Villar y talla de Manuel Luque Bonillo (1996), bendecido en Asis. Guión concepcionista de plata con bordados en oro, obra de Antonio Villar. Bocinas cinceladas por Villarreal, y paños bordados en oro con motivos sacramentales y franciscanos.

Esta Cofradía es ...“un espejo en el que mirarse”. Creada por dos de los personajes más influyentes en nuestra Semana Santa en la segunda mitad del siglo XX: fray Ricardo de Córdoba y Fernando Morillo-Velarde, y eso se nota. Desde el día a día de la hermandad en cuanto a montaje de cultos se refiere, hasta la tarde del Martes Santo, es un deleite ver cada uno de los enseres, detalles y derroche de gusto exquisito que se respira en esta hermandad. El lugar idóneo para disfrutarla es sin duda cuando cruza la plaza del Cardenal Toledo y se reencuentra con la comunidad del convento cisterciense de la Inmaculada Concepción, el pequeño joyero donde se fundo esta hermandad.

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