La Agonia


Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía y la Santísima Virgen Madre del Redentor Nuestra Señora de la Salud

Fundada en 1979 por un grupo de feligreses de la parroquia de Santa Victoria. Desde 1979 realiza su salida procesional el Lunes Santo por las calles del barrio del Naranjo, siendo en 1989 cuando incorpora la imagen de María Santísima Madre del Redentor. El Martes Santo de 1996, la hermandad, realiza su primera salida procesional hacia la carrera oficial. En el año 2004 se conmemoró el quincuagésimo aniversario de la entronización del Santísimo Cristo de la Agonía y el vigésimo quinto aniversario fundacional de la Hermandad.

Parroquia de Santa Victoria. Una de las fundaciones del gran obispo de la ciudad en los años cincuenta: fray Albino González. Como ocurre en el resto de sus proyectos, el barrio de Cañero o el barrio del Cerro, la iglesia constituye el centro del barrio, aunque ésta es de menores dimensiones a sus contemporáneas. Bajo proyecto del arquitecto Carlos Saenz de Santa María, se dedicó el templo a la santa hermana de San Acisclo. El retablo que ocupa el altar mayor procede la basílica de San Pedro y se encontraba en una de sus naves laterales.

Cruz de Guía y faroles realizados en madera por el taller de José Mª Higuera. Estandarte de la hermandad (1993) en terciopelo morado con orfebrería de Manuel de los Ríos, diseñado por fray Ricardo de Córdoba y bordado en aplicación por talleres San Rafael de Córdoba. Libro de Reglas (1996) de terciopelo morado en orfebrería obra de talleres Mogaly de Córdoba y diseñado por José Carlos Rubio Valverde.

Cofradía de barrio, donde las haya, por eso el lugar idóneo para verla y disfrutar de ella es en su barrio. En el Naranjo, desde hace ya algunos años, es día grande el Martes Santo, día de estreno, casi como un Domingo de Ramos; por ello, a primera hora de la tarde, el barrio se prepara para recibir desde sus puertas al Crucificado que agoniza antes de llegar al centro de la ciudad, realizando el recorrido más largo de cuantos componen nuestra Semana Mayor. Y si no pudimos verlo en su ida, más emocionante es aún la vuelta, más solitaria, más despegada, pero más intima, donde cofrades y no cofrades sentirán escalofríos por la instantánea de la recogida.

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